miércoles, 25 de septiembre de 2013

Mousling: Aventureros

Y como ginda al gran Regalo... que decir de Lara Kraft y Asiago Jones... que son la razón por la que todos hemos querido tener a los Mouslings :D


ASIAGO JONES: Conocido explorador, aventurero, cazatesoros y uno de los arqueólogos más desafortunados que se conocen. Ha estado a punto de conseguir la Corona de Crastum, antes de que el templo donde se escondía se desplomara. Tuvo en sus manos el Collar de Graster, segundos para ver como sus diamantes mágicos se disolvían al ser iluminados por el sol. Rescató la Lanza de Lortemme, símbolo del poder real de los Lortemme, justo cuando estalló la revolución que expulsó a la realeza... Ha tenido tesoros millonarios en sus manos que se han perdido, han sido expropiados por el gobierno de turno, robados o directamente destruidos en un momento de mala suerte. Sin embargo, Asiago sigue persistiendo en su empeño de buscar los grandes tesoros perdidos de los Mouslings. Quizás sea cierto que, como el mismo dice, el tesoro está en la misma aventura.

LARA KRAFT: Mercenaria, buscavidas y cazarecompensas, Lara se forjó su propia leyenda partiendo de la nada. Huérfana desde muy temprana edad, fue criada en el Orfanato para Jóvenes Mouslings, aunque sus auténticos maestros fueron los pillos, truhanes y tahúres de los bajos fondos los cuales fue conociendo en sus múltiples escapadas del Orfanato. La "Pequeña Dama", como era conocida entonces, fue adoptada por el Gremio de Ladrones, el cual pronto percibió e incentivó las capacidades de Lara para infiltrarse en la Alta Sociedad, transmitiéndole una gran cultura en conocimientos de Historia y Arte. Lara encontró allí su pasión y vocación, dedicándose tras su graduación en el Gremio a la búsqueda y venta de objetos valiosos. Su camino se ha cruzado muchas veces con el del Doctor Jones, pues, como ella misma dice "es más cómodo esperar a que Asiago lo encuentre y después lo pierda que buscarlo una misma..."

miércoles, 4 de septiembre de 2013

Warhammer: El Aprendiz

El aprendiz se retorcía las manos a su espalda, intentado esconder el nerviosismo que no le había dejado dormir la última noche. El ingreso indudablemente constituía en momento más importante y la culminación de todos sus años de estudio como aprendiz. Y la elección del Colegio de Magia donde se desarrollaría como mago determinaría sin duda todo su futuro. Aunque entre los aprendices se rumoreaba que no era uno quien elegía al Viento de la Magia, sino que él te elegía a ti. Lo que inevitablemente llevaba a la pavorosa cuestión de qué ocurría si no se era elegido por ninguno.
Los temores del aprendiz fueron apartados a un lado cuando hizo acto de presencia un viejo mago que se teletransportó a su lado en callejón donde había sido citado. "Bienvenido, joven" lo saludó con una amable sonrisa "hora de comenzar nuestra visita". Sin decir nada más, se encaminó directamente al muro que cerraba el callejón. El joven esta a entrenado lo suficiente como para percibir el halo de magia que rodeaba el muro, por lo que no se sorprendió al ver al viejo mago atravesarlo. No obstante, no pudo evitar el estremecimiento que le produjo el dirigirse directamente contra la pared y atravesarla, sabiendo que, por un momento, su cuerpo y el muro eran uno solo.

Insensible a sus cuitas, el viejo mago empezó su discurso, el cual claramente había repetido infinidad de veces. "Aunque parezca que estamos entrando por un jardín algo descuidado, no es necesario que te explique que ya nos encontramos en la primera de las Escuelas de Magia: la Ambar, la dedicada al Saber de las Bestias o Viento de Ghur. Generalmente sus maestros se encuentran muy incómodos en las ciudades, por lo que se les ha construido este bosque mágico donde pueden entrar en contacto con todas las fuerzas salvajes de la Naturaleza. Te recomiendo que, a no ser que recibas la llamada de Ghur, no abandones el camino, pues el bosque es mayor de lo que parece y, además de un lago y varias cuevas, contiene algunos ejemplares de las especies más peligrosas existentes". El aprendiz juraría que el viejo mago añadió entre dientes "...entre ellas los propios magos ambar" , pero no se atrevió a confirmarlo.

El camino continuó hasta salir del bosque, serpenteando entre rocas de diversas formas y tamaños. El joven se percató de repente de que no se trataban de rocas, sino de viejas lápidas erosionadas por el tiempo. El viejo mago sonrió, deduciendo sus pensamientos. "Sí, nos encontramos en los terrenos de la Orden Amatista, de los seguidores de Shyish, o del Saber de la Muerte. Al fondo puedes ver su edificio, si tienes buena vista, pues incluso en el día más soleado, aquí siempre se está en penumbra y casi no se ve lo que tienes delante de ti...aunque sea fácil contemplar otras cosas generalmente invisibles"

"Y aprovechando las sombras, encontrarás a la Orden Gris, seguidora del Viento de Ulgu o de las Sombras." continuó el viejo mago "Aunque solo los verás si ellos quieren ser vistos. Gente reservada, pero grandes personas y leales compañeros cuando los conoces. Aunque nunca estas seguro de si los conoces realmente o solo contemplas aquello que ellos quieren que tú creas".

El camino continuó serpenteando hasta que el joven aprendiz pensó que estaban andando en círculos, pues de nuevo se encontraban en el linde de un bosque. Sin embargo, algo había cambiado. "No, no hemos vuelto al bosque de Ghur" dijo el mago, que seguía leyendo sus pensamientos como si los gritara. "Si te fijas, más que en un bosque estás entrando en un jardín. Donde allí es fuerza salvaje, aquí es vida dirigida y encaminada. Te encuentras en tierras de la Orden de Jade, del Viento de Ghyran y aquí encontraras descanso si tu cuerpo está agotado".

"Y allá al fondo, podrás ver los cuatro grandes edificios de los Colegios de la Luz, Cielo, Fuego y Metal". El aprendiz miró hacia el horizonte, donde se distinguían cuatro grandes construcciones, aunque la más cercanas apenas parecía sólida, pudiéndose observar como los magos caminaban a través de sus pasillos, construidos aparentemente de pura luz. "El Colegio Luminoso, la Orden Blanca de Hysh" comentó el viejo mago a los pies de la gigantesca pirámide de luz "Si tienes vértigo, es que este Viento no te está llamando" agregó entre risillas.

Atravesaron la base de la Escuela, cruzando las paredes como quien atraviesa el resplandor de una vela, para hallarse a los pies de la esrtuctura más alta que jamas hubiera visto el aprendiz. De hecho, no era capaz de ver el final de las torres más altas, ya que se escondían por encima de las nubes. "Se dice que en los observatorios de lo alto del Colegio Celestial siempre es de noche, pues son más altos que el Sol. Lo cual es solo medio falso... aunque es cierto que el Viento de Azyr se lee sobre todo en las estrellas por lo que sus seguidores se las ingenian para que el Sol no les molesten"

El calor se fue incrementando a medida que las torres del Colegio Celestial parecían ir bajando de altura, hasta que se empezaban a apreciar sus cúspides, coronadas por ardientes hogueras. El aprendiz comprendió que se encontraba ante el Colegio del Fuego antes de que el viejo mago se lo mencionara. "La Orden Brillante. El Viento de Aqshy no llama a los que no tienen espíritu ardiente. Aunque a muchos ese mismo fuego acaba consumiéndolos...". El aprendiz captó por vez primera una sombra de pesar en el discurso del mago y también por vez primera se preguntó a que Colegio pertenecía.

"Finalmente, llegamos al Colegio de nuestro Patriarca Supremo actual, el Colegio Dorado del Saber del Metal. El Viento de Chamon sopla fuerte en estos tiempos...". El aprendiz contempló las altas chimeneas de las fundiciones del Colegio. Sin embargo, comparado con el Colegio Brillante casi se diría que hacía frío. Un frío metálico. "¿Y bien joven?,¿que Viento te ha soplado al corazón?". La pregunta lo pilló por sorpresa. ¿Ya debía elegir?. No estaba preparado. No había sentido nada especial en ninguno de los Colegios. O mejor dicho, en todos había sentido la fascinación de la Magia, la curiosidad por sus secretos. ¿Qué contestar?¿Qué elegir?... Y, de repente, supo la respuesta. El anciano mago sonrió una vez más. "Parece que ya tenemos un nuevo mago..."